martes, 22 de diciembre de 2009

CTA: Un blindaje contra los trabajadores


El 9 de diciembre, la CTA se movilizó por el “blindaje social”. A la cabeza de la movilización marcharon los “K” Yasky y Milagro Sala, secundados por Depetri, Sabattella y Vilma Ibarra.

El blindaje social propone prohibir los despidos... sin causa. Pero el problema central de la crisis mundial es, precisamente, el de los despidos causados por la quiebra industrial. En cuanto a las jubilaciones, proponen “modificar el coeficiente de ajuste del gobierno”.

¿Modificarlo a cuánto? Se trata de una fórmula vacía, que tiene como único objetivo eludir el planteo del 82% móvil para las jubilaciones y la denuncia del saqueo de la Anses por el gobierno de Kirchner. El blindaje también levanta la consigna de la defensa del trabajo para las fábricas recuperadas, pero no dice una palabra sobre las condiciones miserables de vida de sus trabajadores, producto de la carga de las deudas patronales e impositivas, ni de la necesidad de la incorporación de los trabajadores de las empresas recuperadas al convenio de la rama industrial correspondiente. La CTA presenta este programa como un modo de “marcar una agenda parlamentaria”, mientras el gobierno de Cristina plantea un gobierno en base al veto. Es una impostura.

A este planteo se sumó Pianelli (subte), con participación activa en el acto, compartiendo la tribuna con los responsables del fraude en el Suteba. Pianelli apunta a llevar al cuerpo de delegados tras la perspectiva del “blindaje social”. Pero los trabajadores del subte abrieron una nueva perspectiva en su lucha justamente en base a los métodos que la CTA rechaza: la puesta en pie de un cuerpo de delegados combativo, independiente de la burocracia sindical y el Estado, y los métodos de la huelga y el corte de vías.

Haber sumado a Pianelli no salvó los límites de la movilización, que fue una convocatoria de escasas 7.000 personas (incluso aunque se hayan trasladado micros desde Jujuy con el aparato de Milagro), raleada por el quiebre de la burocracia de la CTA.

La CTA reclama el reconocimiento como central obrera, pero para ser una verdadera central debería empezar por actuar como tal, con un congreso de delegados de base que vote medidas de lucha para enfrentar los despidos, las suspensiones y el congelamiento salarial

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